Desde hoy, me mudo aquí. Os espero con una taza de café... o una buena cerveza para contaros cómo llevo esto de aprender a andar en moto. Porque sí, amigos, ya he empezado.
Tengo nombre de Alfa Romeo, pero me gustan las motos. De pequeña mi tío me llevaba a dar una vuelta en una Vespino cuando salía a hacer los recados y recuerdo volver a casa con la sonrisa más amplia que era capaz de esbozar. De mayor, me daban miedo hasta que en mi camino se cruzó Estela, una YBR plateada. En ella, y de paquete, hice 3.000 kilómetros un verano por esas carreteras de Castilla. Desde entonces ya no puedo vivir sin las dos ruedas.